El agradecimiento.

¿Qué haces antes de irte a dormir? ¿En qué sueles pensar? ¿A qué le dedicas los últimos minutos de tu día antes de caer en la inconsciencia del sueño?

Probablemente te dediques a hacer una lista de cosas que te quedaron pendientes, cosas que hiciste mal o en deudas que pagar. Puede que le des vueltas a una discusión que tuviste la tarde anterior o que extrañes a alguien que ya no está a tu lado. Y así podríamos seguir hasta la mañana siguiente.

La actividad más sana y beneficiosa para tu mente y tu cuerpo es: dar las gracias. Por esas cosas que damos por hecho en nuestra vida y que por ello parecen no merecen ni la más mínima atención. Si las viéramos como lo que son: pequeños y diminutos placeres que vivimos, nos sentiríamos mejor y tomaríamos consciencia de cuán afortunados somos.

Una vez en la cama, haz tu lista diaria de agradecimientos de lo vivido ese día. De esta forma, lo último que tu cerebro recibirá antes irse a dormir es positividad, que tendrá tiempo de macerar y fijar. Al levantarte al día siguiente, lo positivo resonará contigo y será lo que atraigas durante todo el día. Hazlo cada noche y verás que sensación tan agradable experimentas.

Doy gracias por el sol que sentí esta mañana en la cara, por poder levantarme de la cama sin ayuda porque eso quiere decir que me puedo mover y que tengo una cama donde dormir. Gracias por tener un techo que me cobije, por haber ido al trabajo porque eso quiere decir que tengo uno, por la incomodidad de mis zapatos porque eso significa que tengo calzado. Por el coche con el que me desplazo porque eso quiere decir que tengo coche y puedo mantenerlo, gracias por tener que subir de nuevo tres pisos de escaleras porque significa que tengo piernas sanas que me permiten desplazarme. Por los niños que no paran de chillar y moverse porque eso quiere decir que tengo hijos y una familia…

¿Ves cómo funciona? Todo, todo, todo en esta vida es motivo de agradecimiento.

Vero.