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El péndulo emocional.


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Un marido le pregunta a su mujer: “¿te ayudo?” y ella le contesta de malas maneras: “no, si luego irás contando que me ayudas con la casa”. El marido la mira sin entender qué ha pasado, extrañado por la respuesta. Ella por otro lado no quería responderle así.

Volvamos atrás.

Martes por la mañana. Paula le pide a su marido que por favor ordene su despacho, él le dice que tiene prisa, que lo hará más tarde. Paula lo deja pasar. Al día siguiente el despacho sigue en el mismo estado. Paula piensa que tiene que decirle algo, pero él llega tarde de una reunión de trabajo y se va a la cama en cuanto entra a casa. Pasa otro día. Es jueves y el desorden en el despacho sigue. Ese día su marido viene a casa a la hora de comer, contento de comer con su familia y le pregunta a su mujer, si quiere que la ayude con algo. Ella le contesta mal.

¿Qué ha pasado aquí? Paula ha sufrido el llamado péndulo emocional: no ha podido comportarse de manera asertiva. No ha podido decir lo que pensaba de manera apropiada. No ha sido capaz de exteriorizar lo que pensaba de manera clara y respetuosa. Ha hecho que su marido se sienta agredido. No ha elegido ni el tono ni el momento adecuado para expresar lo que quería. No ha sido asertiva.

La asertividad es una habilidad que se encuentra entre dos extremos: la pasividad y la agresividad. Esto funciona como un péndulo. Cuando me comporto de manera pasiva me cargo emocionalmente y cuando al final logro expresarme, me voy al otro extremo y me comporto de manera agresiva.

Esto explicaría las salidas de tono de personas centradas y razonables que nos dejan con la boca abierta cuando reaccionan de manera agresiva. Cada vez que me callo algo por no encontrar la manera o el momento de decirlo, inevitablemente se carga el péndulo. Y tarde o temprano al soltarse el péndulo, pasaré del silencio a la agresividad.

Para no sufrir este efecto péndulo tengo que decir las cosas en el momento que ocurren, en vez de callar y acumular rabia. Si me expreso en el momento del hecho, no estaré cargada emocionalmente y podré comunicarme de manera asertiva.

Como veis, ser asertivo es un arte que requiere práctica. Y tú, ¿te ves como una víctima de este péndulo emocional?

Buen día. Buena vida.



Vero.

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