Amo mi cuerpo

¿Cuántas veces nos hemos quejado de alguna parte de nuestro cuerpo? Que si unas piernas gordas, unos brazos flácidos, unas caderas anchas, unos pechos pequeños o grandes, unos tobillos rechonchos... La lista de quejas sobre nuestros cuerpos de mujer puede ser muy larga. Una pena.

¿Por qué no aprendemos a amar a nuestro cuerpo por todos esos pequeños placeres que pasan desapercibidos a diario?

Amo mis brazos porque con ellos abrazo a mis hijos, a mi pareja. A las personas que quiero.

Amo mis manos porque con ellas hago cosquillas a mi nieto y acaricio sin parar.

Amo mis dedos porque me permiten hacer cosa tan sencillas y complejas como escribir o coger los cubiertos con que como.

Amo mis caderas porque sobre ellas me siento en un banco de un parque a disfrutar de un día soleado.

Amo mis ojos porque gracias a ellos veo a mis hijos jugar en el parque.

Amo mis patas de gallo porque son testimonio de que he reído mucho en esta vida.

Amo mis labios porque con ellos puedo dar unos besos maravillosos llenos de amor y reír como loca con mis amigas.

Amo mis piernas porque con ellas puedo dar un paseo o andar en bicicleta los domingos por la mañana.

Amo mis pies sobre todo en verano con las uñas pintadas sintiendo la arena de la playa.

Amo mis orejas que han recibido muchos tirones en los cumpleaños de mi infancia.

Amo mis pechos porque en ellos acojo a mis hijos cuando están tristes y quiero consolarlos.

Amo cada parte de mi cuerpo porque gracias a ellas siento. Si siento, estoy viva, y si estoy viva, todo es posible. Son posibles las cosas buenas que nos hacen reír hasta que nos duele la barriga, son posibles las cosas tristes porque con ellas aprendo y crezco. Son posibles los miedos que al vencerlos me hacen sentir invencible.

Por eso cada día, al levantarme y mirarme al espejo me digo: "me amo, amo mi cuerpo, amo la vida y el día que hoy me espera".

Gracias cuerpo por ser el lugar de residencia de mi alma.

Buen día. Buena vida.

Vero.