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Mis hijas, mis maestras.

Hace unas semanas fue el Día de la madre y me puse a pensar sobre la maternidad. En mis experiencias como madre, en el intercambio entre mis hijas y yo. Entonces me pregunté, ¿qué me han enseñado mis hijas a lo largo de todos estos años de madre?

Muchísimas cosas, a ver si puedo poner en palabras algunas de ellas.

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Mis hijas me han enseñado que:

El olor más rico del mundo es el olor del bebé recién nacido. Aunque hace mucho que ellas nacieron, sigo recordando ese perfume tan especial que me cuenta describir, pero que no puedo olvidar.

Puedo llegar a hacer ejercicio de una paciencia casi infinita y que me sorprende que esta mujer tan expeditiva, inquieta, activa, que soy yo, pueda escuchar sentada por enésima vez la misma historia o el mismo chiste malo contado por una de mis hijas.

Tengo poderes extrasensoriales, como cuando estando dormida he sido capaz de despertarme solo con que mi hija estuviera de pie al lado de la cama mirándome en silencio. ¡Qué sustos me ha dado!

Soy capaz de perdonar lo que sea sin importar lo dolida o enfadada que haya estado un momento antes. Puedo pasar de ser Dr. Jekyll y convertirme en Mr. Hyde en unos segundos. Siempre digo, y sin avergonzarme a esta altura de vida, que ellas sacan lo mejor y lo peor de mí. Ellas me hacen ver que soy luz y soy sombra, y que por amor intento estar todos los días lo más cerca posible de la luz.

Puedo postergarme o relegarme a un segundo lugar por ellas cuando creo que es necesario. Con los años he aprendido que esto no quiere decir olvidarme de mí misma, sino priorizar su bienestar en ese momento por encima de otras cosas. Al hacerlo ni me duele, ni me cuesta, es una demostración de amor.

La realidad supera la ficción y por ello creo en los zombies. Soy fan de la serie “The walking dead” porque cuando ellas eran pequeñas y dormía mal por las noches, yo era uno de los zombies (recuerdo mis pintas y me río).

Puedo reír y llorar de alegría, de orgullo, hecha un mar de emociones, como cuando fui a verlas en su primera actuación en algún baile o actuación del cole.

Tengo una intuición especial para detectar mentiras, es como un súper poder. Mentiras que luego valoraré, sopesaré y trataré de usar de la mejor manera posible para poder ayudarlas a llegar a algún aprendizaje de utilidad en la vida.

Mi niño interior aún está presente en mí. Cada vez que vamos al cine a ver una peli de Disney o Pixar, me río más que los niños que me rodean, y mis hijas me dicen que me ría más bajito.

Cuando amas tanto a alguien como yo las amo a ellas, te puede doler el corazón, quizás porque no hay cabida para tanto amor en él.

Agradezco a los padres de mis hijas el haberme permitido saber lo que es ser madre.

Y les agradezco a ellas por existir, por formar parte de mi mundo, por ser mis maestras, por hacer que cada día quiera ser mejor persona. Por permitirme saber lo que es el amor incondicional que no espera nada a cambio.

Gracias hijas mías.

Mamá (Vero).

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