top of page

Estoy perdidamente enamorada


Estoy perdidamente enamorada

Lo que te voy a contar es muy personal. Me he vuelto a enamorar a mis 51 años. Hace unos seis ya sentí lo mismo, un enamoramiento como pocos. ¡Qué afortunada soy!

Te cuento.

Hace unos meses nació mi segunda nieta Chloe. Siento un amor tan grande y tan profundo que se me encoge el corazón cuando pienso en ella.

Chloe es hermana de Bruno mi otro amor de seis años. Y la llegada de mis nietos me ha llevado a confirmar eso que oímos mucho de que ser abuelo es otra cosa y es genial.

Es lo que llamo AMOR INCONDICIONAL.

Es incondicional porque no está condicionado a ningún pensamiento, creencia, proyección. No espero de ellos que hagan, digan o sientan nada más que lo que ellos deseen.

Cada cosa que hacen o dicen es un regalo para mí. Con ellos sale la mejor versión de Verónica Lagos. La Verónica que se sorprende como una niña, la que se ríe de todo y por todo.

La Verónica que disfruta de cada pequeño gesto que observa en ellos. Soy muy muy afortunada por sentir todo esto. Y amo a mis hijas, las cuido, ayudo y protejo como mejor puedo y sé.

Sé que son mis grandes maestras en esta vida. He hecho cosas por ellas que nunca pensé que sería capaz de hacer. Tampoco creí que tendría la suficiente entereza para hacerlas.

Claro que sí a todo eso y más. Sin embargo, mis nietos... Eso es otro nivel.

Enamorada de mis nietos

Hay una diferencia entre el amor de madre y el amor de abuela. Para mí, aquí hay una combinación de varios elementos.

En mis nietos no me proyecto y por tanto no “espero” nada en particular de su parte. No me siento con la responsabilidad de su educación.

Es por eso que no “cargo” con el peso de esa responsabilidad maternal. Y, si me conoces, sabrás cómo vivo las responsabilidades en general y la maternidad en particular.

A veces siento que me vendrían muy bien unas vacaciones de mí misma. Pero con mis nietos me permito ser yo misma sin miedo a “cagarla” o no dar la talla.

Además, los abuelos intentamos hacer con los nietos todo aquello que no hicimos con nuestros propios hijos. Es una manera de compensar, creo.

Les dedicamos juegos, tiempo de relax, risas y hasta abrazos. Gestos que quizás no dimos antes por estar ocupados con nuestras cosas de padres adultos.

Y repito: ¡qué afortunada soy!

Por conocer todas estas clases de amor. Por sentirme más llena y más amorosa cada día siendo testigo y participante de la maravillosa vida de estos dos seres de luz que son mis nietos.

Perdidamente enamorada de ellos y de la vida. Le doy las gracias a mi hija mayor por hacerme los regalos más preciados que tengo.

Gracias, gracias, gracias.

Me despido enamorada y os deseo un buen día y una buena vida.

Entradas destacadas
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
Síguenos
  • Facebook Basic Square
bottom of page