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Guía para sobrevivir a las reuniones familiares en Navidad

Llega la Navidad y con ella un cúmulo de cosas: buenos deseos y buenas intenciones, emociones diversas, muchas expectativas, miles de recuerdos, añoranzas y como no, discusiones familiares y de pareja.

¡Oh la Navidad! Esa época del año amada por los niños y temida por el resto. Muchos adultos con pareja y familia padecemos estas fechas que implican tantas reuniones familiares a las que, a veces, no deseamos y nos sentimos obligados a asistir. Nos toca compartir con gente que no nos cae bien, a la que no vemos casi nunca o con quien tenemos más de un tema pendiente sin resolver.

¿El resultado? Un escenario ideal para discusiones subidas de tono donde diremos más de lo aconsejable. Por eso, quiero daros unos sencillos consejos para sobrevivir a las discusiones familiares esta Navidad.

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Consejos para no discutir en Navidad (o en cualquier reunión familiar)

Cosas que deberíamos evitar:

- Hablar de temas espinosos: temas como la política, la religión y las creencias son garantía de discusión, ya que habrá varios posicionamientos, opiniones diversas y, por ende, enfrentamientos.

- Alargar la comida o cena excesivamente: pasar demasiado tiempo sentados, bebiendo, comiendo y acompañados de personas con las que sentimos que podemos chocar no es lo ideal. No queremos terminar diciendo cosas incorrectas que no se darían en otras situaciones.

- Comer demasiado: cuando comemos mucho, al principio nos sentimos llenos y plenos, pero más tarde, al sentirnos hinchados e incómodos físicamente, nos sentimos culpables y molestos con nosotros mismos. Entonces empezamos a descargar ese malestar en los demás.

- Beber más de la cuenta: hemos de reconocer nuestros límites y no sobrepasarlos. El alcohol, al tener un efecto desinhibidor en nuestra conducta, hace que digamos y hagamos cosas que en otro momento no haríamos. Seamos cuidadosos y responsables.

- Juntarnos en grupitos: no es recomendable hacer divisiones. No es el momento para chismorreos, secretos e ironías. Y por supuesto, ¡ni hablar de las guerras de sexo!

- Querer tener la razón siempre al hablar de cualquier tema: dejemos de sentir esa necesidad de ser el dueño absoluto de la verdad.

- Juzgar y criticar: basta de descalificar a los que piensan de una manera distinta a la nuestra.

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Cosas que deberíamos hacer:

- Organizarnos con nuestra pareja: negociar de manera adulta dónde y con quién pasaremos este año las fiestas. Esto implica flexibilidad y comprensión por ambas partes. Las discusiones de pareja son un daño colateral de estas fiestas, pero si queremos hacerlo bien, échale un vistazo a este artículo sobre el arte de discutir en pareja.

- Hablar con nuestra pareja sobre cómo nos sentimos en estas fechas y los motivos de dichos sentimientos: la empatía es fundamental aquí.

- Organizar bien el tema de los regalos: para que en el momento de su entrega no sea un momento de competitividad, de ver quién recibe más o menos, de quién ha gastado más en una u otra persona. Es muy importante no equiparar el valor de un regalo con el amor. Lo comento, porque esto es muy común y siempre produce resentimiento y dolor.

- Ser cortés por el bien de todos: aplicar ese antiguo dicho que dice “lo cortés no quita lo valiente”.

- Ser natural y respetuoso: comportarnos de manera asertiva, dando opiniones y aceptándolas ,sin faltar al respeto y sin herir los sentimientos de los demás.

- Tener presente que sólo nosotros, somos responsables de lo que hacemos, decimos y sentimos, y no de las opiniones y conductas de los demás.

- Si me encuentro en medio de una discusión: decir expresamente que no queremos continuar con ella y retirarse un momento si hace falta. Una vez estemos más tranquilos, volvemos.

- Si ya se ha originado una discusión: podemos desviar la atención del tema generador de conflicto hacia otro más ameno, centrando la atención en algo más agradable y personal. Por ejemplo, preguntando sobre cuándo fue la última vez que fue al cine, qué está leyendo…

- Preguntarnos qué estarán viviendo o sintiendo las personas que nos rodean y así poder entenderlas mejor: ponernos en el lugar del otro es esencial para no juzgar y condenar.

- Intentar ver el lado positivo de las cosas: siempre hay un lado positivo, te lo aseguro, eso sí, hay que querer encontrarlo. Recuerda que de todo se aprende.

- Agradecer el estar juntos: la comida, la compañía, las risas, los regalos, las muestras de cariño, las meteduras de pata que nos hacen reír, la música, en definitiva, el hecho de estar vivos y de tener una familia.

Y tú, ¿qué otros consejos tienes para hacer frente a las reuniones familiares? ¿Qué anécdotas navideñas tienes con tu familia? ¿Con quién sueles discutir durante estas celebraciones?

¡Cuéntame sobre ti, tu familia y tu Navidad!

Vero.

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