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Pequeñas cosas que echas de menos

¿Te acuerdas de qué se sentía antes de salir de casa sin las llaves, el móvil, la cartera y la mascarilla? ¿Te encuentras soñando con el día en el que puedas hacer planes espontáneos solo o con amigos? Pues, no estás solo. Y es que esas pequeñas cosas también acaban echándose de menos.


Aquellos despreocupados y deseados días antes de la distancia de seguridad y el confinamiento parecen un sueño ¡muy lejano! Ahora con la imposibilidad de viajar de una comunidad a otra, las restricciones en el día a día y el tema de la vacuna, muchos anhelamos el regreso a esa añorada “normalidad”.


Eso sucederá algún día y podremos viajar, socializar, volver a las oficinas, reconstruir nuestras economías, etc. Pero mientras, aquí hay algunas cosas que vamos a apreciar, saborear y no dar por echo de nuevo ¿no te parece?





Esos detalles curiosos que estamos deseando volver a normalizar


Voy a empezar por contarte yo esas cosas que nunca pensé que añoraría.


- El murmullo de la gente después de ver una peli en el cine. ¿Cuál fue la última película que viste en el cine? Yo ya ni lo recuerdo. ¿Echas de menos acudir al último estreno en una sala con tus amigos y no en tu sofá? ¿Y las palomitas?


La gente en pequeños grupos comentando el giro final del guión, opinando, riendo. Yo extraño mucho esto. Soy fan número uno del cine.


- El “choca esos cinco” antes, durante y después de un evento deportivo sin pensar en los gérmenes. En la cancha, en el club, en el gimnasio, en el bar. Hay algo especial en este gesto que nos une. Es curioso.


- Los abrazos, darse la mano o besos al encontrarte con alguien. No hace falta ni decir que sería genial. En esta era de aislamiento y carencia de contacto físico, saludar a la gente fuera de un zoom o sin gritarte por la calle. No sé si volveremos a dar la mano como antes.


Pero decir hola y adiós con un beso o un abrazo nos ayuda a demostrar afecto físico y cariño por esas personas a las que queremos. Además, sienta maravillosamente bien sentir el aprecio de la gente. Para mí esta falta de contacto físico es el lado más perjudicial de lo que está sucediendo.


- Las charlas inconsecuentes. Sobre el tiempo, lo que hicimos el fin de semana o el tráfico de camino al trabajo. Esas charlas triviales con conocidos, compañeros y colegas que nos sirven para liberar estrés. ¡Las necesito!


- Ese “tomarnos algo” de manera espontánea con un amigo con el que hace tiempo que no te ves y en un bar lleno de gente. Teniendo que acercarte mucho para escuchar lo que te cuenta por encima del ruido ambiental.


- Bromas en persona en la oficina o el lugar de trabajo. Las cadenas de correos, las videoconferencias, los mensajes están muy bien, pero no se pueden comparar con echarte unas risas con tu colega que está justo delante de ti.


- Poder comer dentro de un local sin estrés. Barreras de plástico, mesas no permitidas para guardar distancias, desinfección constante de todo. ¿A que te encantaría ir a tu bar o restaurante favorito o ir a uno nuevo sin miedo y sin todas estas normas actuales?


O hacer algo tan sencillo como levantarte y decirle al camarero, cuando se está yendo, que has cambiado de parecer y que sí que quieres ese postre tan tentador.


- Los conciertos, cantar en público, las salas, los teatros. Ya casi no hay eventos en vivo, la mayoría son virtuales. Aunque nos guste ver una actuación en pantalla, sentir la energía y el poder de cientos y miles de personas cantando juntas una canción, es una historia diferente.


- Un viaje espontáneo. ¿Te mueres de ganas de viajar? ¿Estás harto de estar en casa y sus alrededores? ¿Deseando unas vacaciones de aventura? Antes era tan fácil reservar un viaje donde quisieras, el único obstáculo era tu bolsillo. ¿Tienes pensado tu destino cuando ya podamos viajar? A mí se me acumulan.


- Que los niños jueguen libres por los parques sin mascarillas, compartiendo juguetes y chuches. Que no les obliguemos a limpiarse las manos con gel a cada rato, que jueguen con quien quieran y como quieran sin estar pendiente de las “burbujas”...


- Que mis nietos vean mi cara completa y radiante de amor cuando los saludo por la calle y que puedan ver cuánto los amo.


Antes del 2020 tu mente ni registraba estas pequeñas cosas porque las asumía como cosas que siempre estaban en tu vida. Por ello mi gran consejo es: disfrutemos de todos estos pequeños gestos que nos hacen sentir bien, libres, amados, vivos.


Buen día. Buena vida.


Vero



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