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El verdadero compromiso

Una de las claves para tener una relación amorosa sana es el comprometerse.


Cuando empezamos relaciones con otra persona solemos comprometernos a hacer feliz al otro, a decir lo que al otro le gusta, a estar guapas o deseables para el otro... Y en cada uno de estos compromisos, me voy perdiendo a mí misma en esa búsqueda de aprobación, atención y amor.


El verdadero secreto del compromiso en las relaciones comienza con el compromiso con una misma. Es fundamental que honremos quienes somos para poder honrar a los demás. Debemos aprender a comprometernos con nosotras mismas completa, profunda y plenamente por encima de todo.


Para que este compromiso sea real, debo prescindir de los juicios de valor siendo compasiva: dejar de ser una víctima, para ser simplemente vulnerable y reivindicar aquello que deseo vivir cada día de mi vida.

- Romper con mi juez interior. Romper con esa voz que me recuerda los errores cometidos, me regaña por ellos y me hace sentir que he fracasado.


Tenemos que ser conscientes que la forma en la que me hablo afecta mis relaciones con los demás.


Cuando escucho a este duro juez interior y le hago caso, también juzgo a mi pareja. Tarde o temprano ese juez chocará con el bienestar de mi relación. Porque nadie puede satisfacer completamente las demandas de este juez, que deja de lado lo positivo y se centra en la versión “objetiva” de los hechos creando así resentimiento.


Esta ruptura con mi juez me llevará tiempo. Paciencia. Lo conseguiré siendo consciente de su existencia y conducta. Me tengo que compadecer de él y no hacerlo callar a la fuerza. Le diré cosas como: ”hoy no me vas a tratar así”, “elijo quererme y a mi juez también”.


Tengo que echar mano de serenidad, amabilidad y compasión hacia mí misma.


- Romper con la víctima. Siempre que hay un juez hay una víctima. Son las dos caras de la moneda. La ruptura con la víctima comienza al cuestionar los comentarios negativos del juez, al no creerlos a pies juntillas.


Al arrepentirnos de cosas del pasado, estamos echando combustible a esa víctima interior.


Soy una víctima cada vez que rechazo mi responsabilidad en las cosas que me suceden. Al hacerme responsable de mis actos, estoy reivindicando mi poder para elegir cómo reaccionar a las cuestiones que me plantea la vida.


Siempre elijo cómo responder a las circunstancias.


Hacerme responsable de lo que me toca es liberador, aunque también asusta un poco. Respiro hondo y me pongo a ello.


- Reivindicar eso que deseo en mi vida. Al romper con el juez y la víctima, soy libre para preguntarme “¿qué deseo vivir en mi vida?” Es decir, ¿qué sentimientos quiero experimentar más y más en mi día a día? Paz, gratitud, generosidad, amor, autoaceptación…


Una vez lo tengo claro, paso a la acción a través de ejercicios: oraciones, mantras, rituales, visualizaciones, etc. Todo esto me ayudará a experimentar más aquello que deseo. Surgirán nuevos hábitos. El mundo exterior será el reflejo de mi mundo interior.


Si quieres desarrollar una relación afectuosa y cálida contigo misma, empieza por pequeños gestos. Todos los días haz un pequeño gesto que signifique dedicación a ti misma. Hazte y disfruta de una taza de té, elige una peli que te guste y apúntatela en la agenda como si tuvieras una cita contigo misma, da un paseo sin el móvil, mírate en el espejo y dite “me gusta mucho tal cual eres”.


Suerte en este nuevo camino que has elegido de compromiso contigo misma.


Buen día. Buena vida.



Vero.






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